lunes, 13 de abril de 2009

PUNTO DE VISTA: HOMELESS













La anciana entró a la caseta del banco automático con la sensación de meterse en una nube, pues la luz del neón le daba al recinto un aire de antesala celestial. Dejó las bolsas junto a la pared de cristal, extrajo la plancha de carton que había guardado detras de la máquina de expedir billetes y la desdoblo sobre el piso. Acomodó unos trapos viejos a modo de almohada, se tendió sobre el cartón y se cubrió con su viejo abrigo, pensando -como todas las noches- en la enorme cantidad de dinero que tenía a sus pies.
Carlos Reyes, 56 años


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